Adriana Berrocal

Socia de Asesoría Financiera

Deloitte Spanish Latin America

 

En épocas de turbulencia suelen incrementarse las actividades de fusiones y adquisiciones (M&A). La era post-pandemia no es la excepción y, de acuerdo con la encuesta publicada por Deloitte “The future of M&A, 2022 M&A Trends Survey”, los ejecutivos esperan que el nivel de operaciones continúe incrementándose también en el formato de desinversiones, alianzas estratégicas, reestructuras, y compañías de adquisición con fines especiales (SPAC), entre otros.

La misma encuesta indica que la valoración es uno de los elementos más importantes para lograr una transacción exitosa, junto con la estrategia, la auditoría de compra (debida diligencia financiera), y el involucramiento y aprobación del consejo directivo. Esto tiene sentido, porque cualquiera que esté pensando en comprar o vender un negocio lo primero que se pregunta es “¿cuánto vale?”. Sin embargo, a pesar de su relevancia, la tarea de valoración suele dejarse en manos de un equipo con algún conocimiento técnico del tema, más no especializado y que en muchas ocasiones ni siquiera es independiente de la transacción en análisis.

¿Es la valoración un arte o una ciencia? Desde la perspectiva técnica la valoración de empresas usa principios básicos de finanzas y contabilidad para convertir la información financiera, el entendimiento de la operación, la capacidad de la administración para concretar sus planes y los riesgos del mercado, la industria y la economía, en una conclusión de valor.

Aunque profesionales en diversas ocupaciones podrían realizar un ejercicio de valoración, y probablemente cubran la parte de ciencia al entender y aplicar conceptos teóricos a la información disponible, es más complejo que cubran la parte de arte y realicen una adecuada evaluación de riesgos basada en la experiencia y juicio crítico.

La relevancia de contar con un valorador especializado y, preferentemente, acreditado por una organización profesional del ramo, se vuelve más evidente cuando por ejemplo lo comparamos con el gremio de médicos. Es poco probable que alguien decida atender una luxación de un tobillo con un oftalmólogo. Tampoco es igual la formación y experiencia requerida por un tasador inmobiliario que la de un valuador de activos intangibles y propiedad intelectual. Dirán que no está en riesgo la salud cuando se contrata a un valuador, pero muchas veces sí está en juego el patrimonio familiar o el negocio que se ha construido a través del trabajo de toda una vida.

Por otro lado, las guías de valoración de la autoridad fiscal en los Estados Unidos enfatizan que “los tasadores emplearán un juicio independiente y objetivo para llegar a conclusiones y decidirán todos los asuntos según sus méritos, libres de prejuicios, defensa y conflictos de intereses”.

En el ámbito internacional, los valuadores especializados e independientes, cuentan con acreditaciones de organizaciones de tasadores profesionales que los obligan a mantener niveles mínimos de capacitación, educación continua y experiencia probada para el tipo de activo o negocio sujeto de análisis y dentro del marco normativo o regulatorio aplicable. A esto le sumamos requisitos indispensables de integridad por un estricto apego a principios y códigos de ética.

Por ejemplo, el Código de Principios Éticos para Valuadores Profesionales publicado por la American Society of Appraisers señala en su sección 7.1 Honorarios Contingentes “se considera poco ético para un valorador aceptar un proyecto donde su compensación es contingente de: 1) la conclusión de valor o resultado de una asignación de valoración (incluyendo un arreglo judicial) o 2) un resultado especificado por un cliente.”.

La falta de independencia del tasador puede intensificar los sesgos con que se realizan los análisis de valuación. De acuerdo al estudio “Are Business Valuators Biased?” de Marc J. R. Broekema de la Universidad de Leiden, esto impacta más a los profesionales que carecen de la pericia técnica y puede afectar sus conclusiones, usualmente en el beneficio de sus clientes.

Warren Buffet comentó alguna vez que “precio es lo que pagas y valor es lo que obtienes”, fuerte argumento para contratar a un valuador especializado e independiente que hará más que hacer un cálculo matemático. Y mucho antes que él el escritor latino Publilius Syrus expresó “Todo vale lo que su comprador pague por ello” que nos confirma además la relevancia de saber interpretar al mercado para identificar el valor y dar sólidos argumentos para que se convierta en precio.

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